martes, 21 de julio de 2015

Lectura: "La edad de la inocencia" de Edith Wharton

 
 
Sinopsis.- Newland Archer es un joven que pertenece a una de las mejores familias neoyorquinas que, para mantenerse ocupado, se dedica a la abogacía. Después de haber disfrutado de su juventud ha decidido sentar la cabeza y se compromete con May Welland cuya familia es una de las más importantes y adineradas de Estados Unidos. Su presente y su futuro se tambalean cuando aparecen en la vida de la alta sociedad neoyorquina la condesa Olenska, prima de su prometida, descrita como una mujer de espíritu libre, hastiada de los convencionalismos de su clase social. Tras abandonar a su esposo en extrañas circunstancias, la condesa pide ayuda a su familia para solicitar el divorcio. Sin embargo, la familia trata de evitar el escándalo y la disuaden. Newland es el único que la apoya y la ayuda, sufriendo en silencio al haberse enamorado de ella.
CONTEXTO HISTÓRICO.- La historia se desarrolla en la ciudad de Nueva York, en la década de 1870. La autora, como miembro perteneciente a la clase social que describe en esta novela, pretende indagar en las contradicciones de la sociedad neoyorquina cuyas normas tienden a elevar al máximo la honestidad y la discreción, el consabido decoro, de la clase predominante y aristocrática. Y es que “Nueva York estaba dividida desde los orígenes del recuerdo humano en dos grupos fundamentales: los Mingott y Manson y todo su clan que se preocupaban de la comida, la ropa y el dinero, y la tribu Archer-Newland-Van der Luyden, devota de los viajes, la horticultura y la mejor novelística, que despreciaba otras formas más groseras de placer”.
AUTOR.- Edith Wharton, de soltera Edith Newbold Jones,  Nueva York, 24 de enero de 1862-Saint-Brice-sous-Forêt, Francia, 11 de agosto de 1937. Escritora y diseñadora estadounidense. Nació en una familia rica que le proporcionó una sólida educación. Escribió novelas y relatos que destacaron por su humor irónico y carácter incisivo.
En 1907 se estableció definitivamente en Francia donde fue discípula y amiga de Henry James. Durante la Primera Guerra Mundial trabajó para la Cruz Roja con los refugiados por lo que el gobierno francés le concedió la Cruz de la Legión de Honor.
Otras de sus obras son: “El valle de la decisión” (1902) novela histórica, “La casa de la alegría” (1905), “Ethan Frome” (1911), Fighting France: from Dunkerque to Belfort (1915) ensayo, “El libro de los sin techo” (1916), “Las bucaneras” (1938, versión incompleta. Quedó inconclusa en el momento de su muerte. Marion Mainwaring terminó la historia en 1933, tras estudiar las notas y la sinopsis que Wharton dejó escritas), “La solterona” (1921), “Reflejos de luna” (1922), “Un hijo en el frente” (1923), “La renuncia” (1925), “Sueño crepuscular” (1927).
ESTILO.- Lo que caracteriza las novelas de Edith Wharton es la ironía, al igual que la profundización psicológica de sus personajes. Debido a que pertenecía socialmente a la clase alta de Nueva York, poseía gran conocimiento de sus miserias, debilidades y costumbres. Así, en esta novela y en “La casa de la alegría”, plasmó de manera fehaciente la estrechez de miras y la ignorancia de la alta sociedad neoyorquina, utilizando para ello la ironía, el vocabulario y la dicción propios de esta clase social.
Esta novela fue publicada en 1920 y ganó el Premio Pulitzer al año siguiente.
La autora elige a un hombre como protagonista y estudia y plantea su psicología, tal como haría la mismísima Jane Austen. El estilo narrativo está lleno de descripciones que nos revelan con claridad la situación en cada momento, sin saturar al lector y, haciendo que la lectura sea amena y ágil. Este libro consta de 395 páginas y está dividido en treinta y cuatro capítulos agrupados en dos libros.
En cuanto a los personajes, el que se me revela con gran sorpresa es el de May Welland,  descrita como “esposa convencional y mojigata”. Y es que nada más allá de todo eso, ya que, de forma inteligente y sin escándalos, maneja la situación con astucia luchando por lo que quiere.
El personaje principal masculino, Newland Archer, mantiene una postura incoherente: critica a aquellos hombres casados que tienen amantes, aunque él le pide a la condesa Olenska que lo sean porque considera que su situación es diferente al resto. No es ningún héroe. Es delicado y sensible respecto a la situación de la condesa Olenska aunque, en el fondo, no deja de ser vulgar.
La condesa sí es la heroína: es quien ha pedido el divorcio, signo de lucha y rebelión,  viaja sola de una ciudad a otra. La autora no pretende mostrarnos las razones que ha tenido la condesa para pedir el divorcio o cuáles son los motivos de su infelicidad. Sin embargo, sin pretenderlo, será la comidilla de la sociedad al realizar todo aquello que “no es propio del decoro” y que se ha establecido como regla inquebrantable. Así, en la página 85 se narra que “En los salones neoyorquinos no era costumbre que una dama se levantara, separándose de un caballero, para buscar la compañía de otro. La etiqueta exigía que esperase, inmóvil como un ídolo, mientras los hombres que deseaban conversar con ella se sucedieran uno a otro lado”.
Se alude a la infidelidad del personaje Beaufort con su esposa y a la deshonra financiera que había llevado a la familia de su esposa por especulaciones ilegales pues “La Nueva York de Archer toleraba la hipocresía en las relaciones privadas; pero en asuntos de negocios exigía una limpia e implacable honestidad” (pág. 289).
Los personajes secundarios, Mr. Sillerton Jackson, una autoridad reconocida en materia de “familias” y Mr. Lawrence Lefferts, otra autoridad en cuestión de “formas”, reflejan a la perfección el tipo de personajes que se movían en el ambiente de las ricas fortunas y  lo que sus componentes percibían respecto de los demás, por ejemplo cuando en la página 83 se señala que “[…] se decepcionó porque su figura no tenía demasiado estilo… pues el estilo era lo que Nueva York más valoraba”.
Otro personaje, Jules Beaufort, transgrede las normas sociales en cuanto a que había tenido la audacia de colgar el “Amor victorioso” un polémico desnudo de Bouguereau en su salón para que todos sus invitados lo pudieran contemplar.
El final de la novela se nos revela cuando han transcurrido treinta años, Newland ya es libre porque su esposa ha fallecido y sus hijos son mayores. Se presenta la ocasión de reencontrarse con la condesa Olenska, sin embargo, reflexionará y tomará una gran decisión.
En este libro encontramos continuas referencias a escritores y obras literarias, la llamada metaliteratura. Se alude a Medora Manson que había inaugurado un “salón literario” (pág. 125), a la obra “Middlemarch”, a Alphonse Daudet, a Herbert Spencer. Sin embargo, la alta sociedad neoyorquina considera a los escritores fuera de su clase social, considerando que “el barrio bohemio estaba ocupado por «gente de esa que escribe»”. Newland recibía con frecuencia pedidos de libros y cuando pensaba …….(pág. 126) “sabía que existían sociedades donde los pintores, los poetas, los novelistas y los hombres de ciencia, e incluso los grandes actores, estaban tan solicitados como los duques; con frecuencia se había imaginado lo que habría sido vivir en la intimidad de salones dominados por la conversación de Merimée […], de Thackeray, de Browning o de William Morris. Pero semejante cosa era inconcebible en Nueva York, y pensar en ello resultaba embarazoso”. Solamente Ellen percibe el ambiente artístico en toda su amplitud, encontrado su propio bienestar en “las oscuras profundidades en la que prevalecían las Blenker y la “gente de esa que escribe” convirtiéndose ella misma en “bohemia” a los ojos de todos.
APRECIACIÓN PERSONAL.- La novela me ha encantado, he disfrutado de su lectura. Para saborear la historia plenamente he visto, de forma paralela, la película homónima que dirigió Martin Scorsese en 1993, en los papeles principales con Daniel Day-Lewis, Winona Ryder y Michelle Pfeiffer. La película no la vi en su momento y, la verdad, no me ha gustado, esperaba más de ella.
 REFERENCIA A LAS LABORES.- Se relatan varias escenas de este tipo a lo largo de la novela:
Pág. 53. En referencia a Mrs. Archer y su hija se dice que “En límpida armonía de gustos e intereses, cultivaban helechos en grandes macetas, hacían macramé, encajes y bordados de lana sobre lino, coleccionaban ropa almidonada de tiempos de la revolución americana […]”
Pág. 61. “[…] mientras los caballeros fumaban en la planta baja, se sentaron junto a una lámpara Carcel de globo grabado, la una frente a la otra, a ambos lados de una mesa de traajo de palisandro con una bolsa de seda verde debajo, y se pusieron a coser a ambos extremos de una tira de tapizar floreada, destinada a adornar alguna silla de la sala de estar de la futura señora de Newland Archer”.
Pág. 112. “Mrs. Archer sacó sus bordados de la cesta donde los había metido precipitadamente […]”.
Pág. 324. “Viendo que Archer había elegido historia, fue a buscar su cesta de labor, acercó un sillón a la lámpara de estudio de pantalla verde y descubrió un almohadón que estaba bordando para el sofá de su esposo. No era buena costurera; sus manos, grandes y hábiles, estaban hechas para la equitación, el remo y las actividades al aire libre. Pero, dado que otras esposas bordaban almohadones para sus maridos, no deseaba omitir este último eslabón en la cadena de su devoción”.
Pág. 329. “No había ni libros ni periódicos a mano, ni evidencia alguna de labores femeninas; la conversación había sido desde siempre el único entretenimiento de Mrs. Mingott, y estaba por encima de fingir un interés por el trabajo de aguja”.
 



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